lunes, 7 de mayo de 2012

El límite es imprescindible para que vean el límite de yo, no yo. Y para que se desarrollen bien socialmente.



Cómo se ponen los límites:

-                      Para establecer un límite hay que justificarlo al bebé y hay que reiterarlo continuamente.

-                      Cuando empieza la época de los porques, se les puede decir porque sí, porque lo digo yo y tienen que pasar por el tubo.

-                      Hay ciertos límites que tiene una vigencia (fecha de caducidad). Ej: Dejar que coja un cuchillo. Es importante señalarle ésta caducidad, decirle que ahora es pequeño pero que después podrá hacerlo.

-                      Si los niños se saltan los límites: no es un desafío para con nosotros, sino para con ellos mismos, porque los padres le dicen indirectamente que no son capaces de hacer cierta cosa y es un desafío para ellos.

-                      Si hacen algo que no debían (subir una escalera) y lo consiguen, hay que felicitarlo, pero hay que seguir diciendo que tenga cuidado.

-                      Si se salta una norma y le sale mal (se cae) hay que abrazarle y decirle que ya lo hará, pero que ahora no es la edad.



El límite supone CEDER responsabilidad.

Ej.: dejarle ir suelo por la calle. Si tengo confianza en él, sino, no.

Ej.: Le dejas que se ponga o no se ponga el abrigo. Si no se lo pone y se resfría allá él, era su responsabilidad.



Los límites giran básicamente:

-                      No hacerse daño a uno mismo

-                      No hacer daño a los otros

-                      Que no estropee cosas



El niño aprende más por lo que hacemos que por lo que decimos. Si tu le pegas en la mano diciendo: no pegues!, te estas contradiciendo a ti misma con tus actos.



Edad del basurero: Si él valora una piedra, la mama tiene que respetar su tesoro pero poniéndole unos límites (no dejes tus tesoros en cualquier sitio, guárdalos en tu caja). Si tú lo respetas, él respetará tus límites.



Cuando los padres pierden los límites:

Si los padres pierden los límites o la paciencia; si gritan o pegan más de lo normal, hay que pedir perdón, reconocer nuestros errores. Así revalorizamos nuestra autoridad.

-                      Antes de perder los límites, hay que avisar al niño cuando no se tiene un buen día o se tiene menos paciencia de lo normal.

-                      Límite físico para un niño: sentarlo en una silla para que se tranquilice.


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